El Hígado, es la víscera más voluminosa del ser humano. Pesa alrededor de 1,5 kg, es de color rojo oscuro y está situado en la parte superior derecha de la cavidad abdominal, justo bajo el diafragma.
A diferencia de cualquier otro órgano, el hígado tiene dos vías por las que recibe sangre: la arteria hepática transporta sangre oxigenada procedente del corazón, y la vena porta, que transporta sustancias alimenticias desde el estómago y los intestinos (ver Aparato digestivo y Alimentación y salud) Estos vasos sanguíneos penetran en el tejido hepático y se dividen hasta formar capilares diminutos.
El hígado obtiene su propio suministro de sangre oxigenada de la arteria hepática, que se bifurca de la aorta. La sangre que abandona el hígado es recogida por las venas hepáticas, unidas entre sí para formar una sola vena hepática, que vierte la sangre que transporta en la vena cava inferior; desde la vena cava inferior la sangre regresa al lado derecho del corazón, para ser bombeada hacia los pulmones.
El hígado está constituido por formaciones diminutas que reciben el nombre de lobulillos (ver una lámina interactiva) y están separados entre sí por tejido conectivo; en la periferia también se encuentran los espacios porta, que contienen cada uno un conducto biliar, y una rama de la vena porta y otra de la arteria hepática. Estos lobulillos tienen forma hexagonal; están compuestos por columnas de células hepáticas o hepatocitos dispuestas de forma radial alrededor de la vena centrolobulillar, rodeadas por canales diminutos, conocidos como canalículos, hacia los que se vierte la bilis que segregan los hepatocitos. Estos canales se unen para formar conductos cada vez más grandes, que terminan en el conducto hepático. El conducto hepático y el conducto cístico, procedente de la vesícula biliar forman el conducto común de la bilis, que descarga su contenido en el duodeno. Por lo general, en los primates y en los carnívoros el conducto pancreático se une con el conducto común de la bilis antes de penetrar en el intestino.
La sangre atraviesa el hígado a una velocidad aproximada de 1,4 litros por minuto; en cualquier momento, el hígado contiene un 10% de toda la sangre del cuerpo. También contiene sangre procedente del páncreas y del bazo. Las células hepáticas ayudan a la sangre a asimilar las sustancias nutritivas y a excretar los materiales de desecho y las toxinas, así como esteroides, estrógenos y otras hormonas.
El hígado es un órgano muy versátil. Almacena glucógeno, hierro, cobre, y algunas vitaminas (vitamina A, muchas de las vitaminas del complejo vitamínico B, y vitamina D). Produce albúmina y otras proteínas, muchas de éstas son esenciales para la coagulación normal de la sangre (protrombina y fibrinógeno) y una sustancia anticoagulante que es la heparina. Los aminoácidos digeridos son desaminados en el hígado; es decir, su nitrógeno se extrae para que pueda ser utilizado por el cuerpo. El hígado también puede utilizar el nitrógeno para sintetizar proteínas a partir de hidratos de carbono o de lípidos. Además, produce muchas otras sustancias, como hidratos de carbono, a partir de lípidos o de proteínas. El hígado también forma lípidos a partir de hidratos de carbono o de proteínas, lípidos que almacena para verterlos después a la sangre en forma de ácidos grasos libres que pueden ser degradados para obtener energía. El hígado también sintetiza colesterol.
Unos fagocitos especiales (véase Sistema inmunológico) que se encuentran en el hígado eliminan las sustancias extrañas y las bacterias de la sangre. El hígado también depura muchos fármacos y segrega bilirrubina (producto de la degradación de la hemoglobina), y muchas otras sustancias, incluyendo enzimas. Las actividades que el hígado realiza generan una gran cantidad de calor, lo cual influye en la temperatura corporal. El hígado de los mamíferos contiene depósitos de vitaminas del complejo vitamínico B; una de ellas, la vitamina B12, se utiliza para tratar la anemia perniciosa. El hígado también almacena otros agentes antianémicos que se producen en otras partes del cuerpo.
Enfermedades hepáticas
El término hepatitis (del griego hepar que significa hígado) se utiliza para definir cualquier inflamación del hígado . La causa más frecuente de hepatitis es una infección vírica. La hepatitis también puede ser producida por agentes químicos o venenos, por drogas, por bacterias o toxinas bacterianas, por enfermedades producidas por amebas y por ciertas infecciones parasitarias.
La hepatitis puede cronificarse y dar lugar a cirrosis. Sin embargo, la mayor parte de los casos de cirrosis están relacionados con una ingestión excesiva de alcohol, que suele estar asociada a su vez a una dieta pobre. En ocasiones, la hepatitis aguda es tan grave que se destruyen casi todas las células hepáticas y el paciente fallece por fallo hepático o por obstrucción de los vasos sanguíneos que proceden del hígado. La ictericia es un síntoma común de la hepatitis y de otras enfermedades hepáticas; está causada por la acumulación de cantidades elevadas de bilirrubina en la sangre.
La cirrosis hepática es una enfermedad crónica del hígado que causa daño al tejido hepático, cicatrices (fibrosis, regeneración nodular), disminución progresiva de la función hepática, líuido excesivo en el abdomen (ascitis) trastornos de coagulación (coagulopatía) aumento de la presión en los vassos sanguíneos (hipertensión) y trastornos de la función cerebral (ehcefalopatía hepática). La causa principal de la cirrosis es el consume excesivo de alcohol.
Ciertas enfermedades, como la diabetes mellitus, están relacionadas con unas acumulaciones de lípidos en el hígado; las alteraciones de la hipófisis, y venenos como el alcohol y el cloroformo, que interfieren con los procesos de oxidación que se realizan en el hígado, también puede dar lugar a dichas acumulaciones. Según aumenta la acumulación de lípidos, las células hepáticas son sustituidas por tejido adiposo dando lugar a la degeneración lipídica del hígado. Durante la gestación y después de mantener una dieta rica en grasas se produce de forma temporal la deposición de lípidos en el hígado. Otras enfermedades que afectan al hígado son los abscesos, debidos a bacterias o a amebas; los tumores, incluyendo el cáncer, que con frecuencia es secundario a un cáncer localizado en cualquier otra región del cuerpo que ha producido metástasis; infiltraciones de sustancias extrañas, y granulomas o masas de tejido inflamado de forma crónica. Los trasplantes de hígado tenían una tasa de éxito bastante reducida hasta hace pocos años.
REMEDIOS NATURALES PARA EL HÍGADO:
Dieta baja en grasas: Mucha fruta y verduras, alientos cocidos, asados o a la plancha, lacteos descremados. Consumo de fibra, cereales y semillas, ya que arrastran las grasas favoreciendo la eliminación. Por supuesto, prohibidas las grasas, fritangas, embutidos, mayonesas, bollería….
Ejercicio físico: Aunque sólo sea caminar durante media hora al día.
Complementos:
– Consumir alimentos frescos como por ejemplo rábanos y remolacha, crudos, desinflaman y desintoxican el hígado.
– Tomar zumo de pomelo natural o zumo de limón en ayunas y si no se tolera en ayunas, durante la comida.
– Tomar Cardo Mariano. Es uno de los remedios caseros mñás utilizados, puede comerse en hojas fresas en ensalada o tomarlo en infusión, gotas o cápsulas.
– Consumir alcachofa. Es el remedio natural por excelencia. Se puede comer cruda o cocida y tb en infusión, caldo, gotas o cápsulas.
– Tomar Diente de León, como el Cardo Mariano o la Alcachofa.
– Tomar Boldo también como el Diente de León, el Cardo Mariano y la Alcachofa.
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