Él sabe de lo que es capaz; no necesita andar por el mundo contando sus cualidades y virtudes. Sin embargo, a cada momento aparece alguien queriendo probar que es mejor que él.
Para el guerrero, no existe “mejor” o “peor”; cada uno tiene los dones necesarios para su camino individual.
Pero ciertas personas insisten. Provocan, ofenden, hacen todo lo posible para irritarlo. En este momento, su corazón dice: “No aceptes las ofensas, ellas no aumentarán tu habilidad. Te cansarás inútilmente”.
Un guerrero de la luz no pierde su tiempo escuchando provocaciones; él tiene un destino que debe ser cumplido.
Un guerrero de la luz comparte su mundo con las personas que ama.
Procura animarlas a hacer lo que les gustaría pero no se atreven; en estos momentos, el Adversario aparece con dos tablas en la mano.
En una de las tablas, está escrito: “Piensa más en ti mismo. Conserva las bendiciones para ti mismo, o acabarás perdiéndolo todo.”
En la otra tabla, lee: “¿Quién eres tú para ayudar a los otros? ¿No será que no consigues ver tus propios defectos?”
Un guerrero sabe que tiene defectos. Pero sabe también que no puede crecer solo, distanciándose de sus compañeros.
Entonces arroja las dos tablas al suelo, aun reconociendo que tienen un fondo de verdad. Ellas se transforman en polvo, y el guerrero continúa animando a quien está cerca.
El sabio Lao Tzu comenta la jornada del guerrero de la luz:
“El Camino incluye el respeto por todo lo que es pequeño y sutil. Conoce siempre el momento de tomar las actitudes necesarias”.
“Aunque ya hayas tirado diversas veces con el arco, continúa prestando atención a la manera cómo colocas la flecha, y cómo tensas la cuerda”.
“Cuando el iniciante está consciente de sus necesidades, termina siendo más inteligente que el sabio distraído”.
“Acumular amor significa suerte, acumular odio significa calamidad. Quien no reconoce los problemas, termina dejando la puerta abierta, y las tragedias surgen”.
“El combate nada tiene que ver con la pelea”.
EL GUERRERO DE LA LUZ (Paulo Coelho).