Incienso de ciprés o pino.
Una turmalina (o mineral de color negro).
Caliz (o copa) con agua.
Caldero (o recipiente de barro) con tierra o/y sal.
Una vela verde oscuro.
Papel.
Boli negro.
Un frasco de cristal vacío.
Tela negra para cubrir el altar.
Flores, frutos secos o semillas como ofrenda.
Antes de empezar el ritual, nos purificarenos física y energéticamente e imaginaremos que todo lo que no nos sirve se va con el agua.
Colocamos todo en el altar y levantamos el círculo de protección.
Invocamos a la Diosa y a los Elementales: con la vela a los de Fuego y con el incienso a los de Aire. A los de Agua tomando el caliz en nuestras manos y a los de Tierra, tomando el caldero también en nuestras manos.
Cogemos el papel y lo pasamos por el humo del incienso. Lo cortamos en varios trozos y en cada uno escribimos nuestros objetivos para el nuevo año, todo lo que deseemos conseguir.
Metemos todos los papelitos en el bote muientras visualizamos nuestros deseos ya conseguidos y pasamos el frasco también por el incienso.
Agradece a la Diosa y a los Elementales su asistencia al ritual y les ofrecemos las flores, frutos secos o semillas.
Nos despedimos de la Diosa y de los elementales y cerramos el círculo para que no entre nada.
El tarro hemos de guardarlo hasta la última Luna Llena del próximo año. Lo abrimos y vemos cuántas de las cosas que hemos pedido se han cumplido. Lo que se ha cumplido lo enterramos en una maceta con una planta para regarlo siempre que reguemos la planta y así mantenerlo en el tiempo. Lo que no se ha cumplido lo quemamos para darle energía y enterramos las cenizas en la misma maceta. Al regarla, daremos vida a esos deseos aún por cumplir.
© Morgana Barcelona.