Martín Almagro Basch
La cuestión de la llegada del pueblo celta a España ofrece, merced a recientes descubrimientos, facetas de singular interés que, arrojando nueva luz, hacen variar bastante la teoría hasta hoy sustentada.
Los movimientos del pueblo de los «campos de urnas» (Urnenfelder) se inician en Alemania a la llegada de la cultura hallstáttica de Gündlig, aproximadamente del 900 al 800 a. de J. C. La presión de estas gentes del Hallstatt inicial, son las que mueven a los habitantes del Este de Francia y del Rhin a replegarse hacia el Norte, hacia las tierras montañosas y, sobre todo, a emprender su marcha hacia el Sur de Francia, pasando por el Portillo de Belfort al Ródano, al Macizo Central francés y a los Cevennes, y a ocupar primero las tierras de la vertiente septentrional del Pirineo, y más tarde a atravesar esta Cordillera, invadiendo España y ocupando, a nuestro parecer, casi toda la Península.
La llegada de gentes de los «campos de urnas» a Cataluña, ya ha sido fijada hace varios años por el Profesor Bosch Gimpera; pero creemos es posible sustentar la tesis de que las necrópolis catalanas no son de edad superior al material arqueológico que de las gentes de la misma cultura aparece en el resto de la Península.
También hace ya tiempo que en el valle del Ebro se señalaron estaciones arqueológicas de material parecido, pero que acaso no fueron suficientemente valoradas, siendo consideradas por el Profesor Bosch Gimpera, con arreglo a los materiales entonces disponibles, como infiltraciones de los «campos de urnas» catalanes a través de la cultura de Marles, lo que más tarde ha rectificado, cambiando en parte su tesis sobre los celtas en varios artículos recientes, en los que el gran sistematizador de nuestra Prehistoria se acerca más a la interpretación exacta de esta gran oleada de celtas que estableció su dominación por toda la Península, excepto en Levante y parte de Andalucía, sufriendo, sin embargo, también estas regiones el empuje de aquel nuevo elemento racial.
El mismo pueblo de las «urnas» que invade Cataluña y desarrolla allí una cultura céltica, invade a la vez con los mismos elementos culturales el Bajo Aragón, y no en «grupos pequeños de inmigrantes» perdidos por los valles pirenaicos, como supone últimamente el Profesor Bosch Gimpera al modificar su tesis tradicional, sino en una oleada fuerte que desarrolla en el Bajo Aragón una cultura importante llamada hasta hoy ibérica, pero que es típica y sustancialmente céltica.
En cuanto a cronología, la hemos de tratar al final; pero diremos que los elementos aparecidos en Cataluña se encuentran en Aragón con mayores rasgos de antigüedad y mucha más riqueza a veces, por lo cual creemos se han de fechar ambas culturas en su origen dentro de la misma época, aunque en Cataluña los celtas fueron desalojados por los Iberos, en tanto que en Aragón la cultura céltica evolucionó durante varios siglos, no siendo suplantada por elementos ibéricos predominantemente hasta muy cerca de la invasión romana, siendo seguramente con la conquista de las legiones de Roma cuando el Bajo Aragón queda subyugado e iberizado.
© Martín Almagro Basch
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