Se trata de un recipiente ritual hallado en Himmerland, Dinamarca, en 1891, en el lecho seco de una turbera, desmontado en cinco piezas rectagulares y largas, siete más cortas y una redonda. Cada placa rectangular estaba realizada en plata casi pura (97%) y repujada con variados motivos; animales, vegetales y antropomórficos.
Sophius Muller reconstruyó las piezas para lograr el caldero tal como se ve en la actualidad; el recipiente mide 42 cm de altura con un diámetro de 69 cm.
Se trata de la mayor pieza arqueológica en plata de la Edad del Hierro europea, por este motivo ha despertado el interés de numerosos estudiosos; fascinados por su iconografía. Ha sido fechado en torno al siglo II a. C. y se lo relaciona con las culturas célticas de Europa Central.
Se encuentra depositado en el Museo Nacional de Dinamarca, en Copenhague, la capital de Dinamarca, siendo una de las más célebres piezas arqueológicas depositadas en dicho Museo. Existen al menos tres reproducciones del caldero en distintos museos franceses; el Galoromano de Fourvière en Lyon, el de la civilización céltica de Bibracte (Saona y Loira) y en el Arqueológico de Dijon.
El caldero está cubierto con numerosos motivos ornamentales basados en la mitología celta, como por ejemplo una representación de Cernunnos, otra de Taranis, u otras más del dios Dagda sumergiendo a los guerreros muertos en un caldero para efectuar su resurrección. En la mitología celta, el caldero mágico puede, según afirman las leyendas, alimentar a un millar de hombres, como es el caso del caldero de la abundancia de Dagda, u otorgar el saber universal a quien ingiera su contenido, o incluso tiene a veces el poder de resucitar a los muertos. Esos poderes deben ser puestos en relación con circunstancias similares predicadas de determinados manantiales o fuentes dotados de poderes especiales. El Grial de las leyendas medievales sería, para algunos investigadores, una representación cristianizada del mismo caldero mágico evocado por esta pieza arqueológica.
En el Caldero de Gundestrup pueden verse igualmente representaciones de animales exóticos como, por ejemplo, leones o delfines, lo que indicaría que los artesanos que fabricaron el caldero tenían vínculos con el mundo mediterráneo. Este hecho ha llevado a considerar que es una obra de factura tracia.
Ciertos investigadores, por su parte, observan en él la imagen de Lakshmi (otros dicen Shiva3 ) y sus dos elefantes, signo de buena suerte, por lo que lo consideran una obra de artesanos indios. Al respecto, sin embargo, la arqueóloga especializada en la cultura céltica; Miranda Green observa que:
“…estas conjeturas ignoran los estrechos vínculos existentes entre el arte religioso en él representado y el de la Europa celta.”
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