Ser bruja no es sencillo, nunca lo ha sido.
Antiguamente fuimos perseguidas, torturadas, ahorcadas, quemadas. Aniquiladas.
Éramos temidas, despreciadas y convertidas en parias. Los tiempos cambian, pero los antiguos estereotipos siguen vigentes en la mente del Hombre. La palabra bruja aún es considerada un insulto, pero nosotras reclamamos ese título como sinónimo de sabiduría, comprensión, poder y amor, ya que estos son los atributos reales de una verdadera bruja. Una buena bruja.
La bruja, la verdadera bruja, lleva la magia en su interior, la siente en la brisa de la mañana, en la música del viento acariciando los árboles, en la canción de la lluvia al caer. Y también en cada latido de su corazón, en la risa de los niños y en la mirada sincera de los amantes. Sabe que esa energía que rodea todo, se encuentra en todas partes, desde la más humilde hormiga hasta en la más recóndita neurona del cerebro humano. Y tiene su máximo poder en la sabiduría antigua de los ancianos y el cálido latir del corazón de la Madre Tierra. Y sobre todo en la mente de la bruja, capaz de canalizar y dirigir esa energía, esa magia, y producir cambios, a veces minúsculos, a veces asombrosos, en el mundo que la rodea.
Ser bruja no es sencillo, requiere esfuerzo, trabajo, sacrificios y muchísima autocrítica, pero, como todo lo que resulta arduo de conseguir, es hermoso y trae consigo recompensas.
Cada día es un paso más hacia una meta que nunca llegará, porque la meta es el camino en sí: El camino de la bruja. El camino de todas las hermanas que vinieron antes que nosotras y todas las que vendrán después.
Nosotras, en un tiempo que no es tiempo
En un sitio que no es un sitio
En un día que no es un día
En el umbral entre los mundos,
Ante el velo de los misterios….
Honramos el recuerdo de las que fueron
Y celebramos nuevos “nacimientos”.
Lo que demuestra que el Arte aún vive y resurge con fuerza en nuestros tiempos.
Bendito sea el Arte!!!!